domingo, 4 de julio de 2010


Es sabido que cuando uno siente que las cosas no pueden ir mejor, o que por lo menos está viviendo un estúpido equilibrio vital, todo tiende a desmoronarse casi instantáneamente. Es así, una regla, una estúpida consecuencia de la conciencia. Porque quizás, uno al pensarlo se está llenando de miedo la vida y está abriendo al mismo tiempo las malas vibras. Tengo la alucinación de que cuando uno es ignorante de su propia felicidad, puede conservarla mucho más tiempo y en mejor estado