domingo, 6 de diciembre de 2009



Durante mucho tiempo fui mi peor enemiga, pero aprendí que para vencer ese monstruo y crecer, todo lo que necesitas es amor. Sufrí malos tratos y aprendí algo al final: lo que deba ser será.
Pelearla hasta el último round y hacer que las cosas funcionen, tan simple y tan profundo, esa para mí es la mejor metáfora de la vida. Por momentos me encontré desatando nudos, pero aprendí que nadie es perfecto y que no hay soluciones mágicas. Aprendí que una mujer es la que se respeta y sabe hacerse respetar.
La vida me daba miedo, pero aprendí a plantarme, a plantarme y ganarme un lugar en el barco. Soy parte de una generación desencantada, vivía pensando en el futuro, pero en este momento me doy cuenta que el futuro es hoy.