viernes, 25 de junio de 2010
En los finales es cuando uno hace la balanza, y se da cuenta de todo lo bueno y todo lo malo que vivió. Notamos que las cosas buenas son fantásticas, y lo que sucede con lo negativo, que hasta en algunos casos supera a lo positivo, es que ya nos acostumbramos a nuestras propias miserias. No parece tan malo. Ya aprendimos a vivir con eso, que hasta nos haría falta. Y de repente, ¡todo termina! ¿Por qué? ¿Por qué hay que cortar con la rutina, con lo que venía y, aunque tal vez no era lo mejor, ya me había acostumbrado?
Los finales no son finales, son comienzos. Eso explican los optimistas: el final de una etapa implica el comienzo de una nueva.: